La conciencia será artificial Una nueva teoría científica establece que la conciencia tiene un sustrato físico formado por los campos electromagnéticos del cerebro, los cuales pueden ser recreados artificialmente. Si la teoría, que ha suscitado polémica, llegara a ser verdadera, revolucionaría nuestra visión del mundo y de la conciencia. Por Eduardo Martínez de la Fe. |
El campo electromagnético generado por el funcionamiento eléctrico del cerebro es el resultado de la superposición de los campos producidos por la actividad sincrónica de las neuronas responsables de la percepción y la vigilia, por lo que el campo electromagnético cerebral es el soporte de la conciencia, según una nueva teoría elaborada por el doctor Johnjoe McFadden que publica la revista Journal of Consciousness. Según esta teoría, las redes neuronales, que se comunican sinápticamente generando un "espacio consciente de trabajo", están unidas entre sí a través de la dinámica de los campos electromagnéticos. Estos campos explican mucho mejor las particularidades de la conciencia que otras teorías. La interpretación de McFadden otorga a la conciencia un papel inductor, pero determinante, para la conducta del comportamiento. Explica el gran enigma que hasta ahora no ha sido resuelto por la neurología: el proceso de formación de la conciencia, es decir, cómo es posible que el cerebro genere conciencia. ¿Cómo se diferencia la actividad cerebral consciente de la inconsciente? Lo que plantea McFadden es que cada vez que un nervio se activa, la actividad eléctrica envía una señal al campo electromagnético del cerebro. Pero, a diferencia de las señales nerviosas solitarias, la información que llega al campo elecromagnético se retiene automáticamente junto con el resto de señales cerebrales. Generación de conciencia El campo electromagnético cerebral realiza así el aglutinamiento característico de la conciencia, por lo que puede decirse que el campo electromagnético del cerebro es la base de la conciencia. Este campo no sólo contiene información, sino que también influye en nuestras acciones (libre albedrío), al provocar la activación de algunas neuronas y la inactividad de otras. El cerebro humano contiene alrededor de 100 mil millones de neuronas eléctricamente activas que generan un campo electromagnético cuyo papel en el proceso de computación neuronal no ha sido examinado completamente. Aparentemente existe una relación directa entre la conciencia y la percepción, al apreciarse que la conciencia está asociada a las perturbaciones en el campo electromagnético cerebral. McFadden añade que el campo electromagnético del cerebro es en realidad el sustrato físico de la conciencia, por lo que esta teoría constituye una importante innovación respecto a cómo entender el papel del conocimiento y el significado de la libertad, al mismo tiempo que, al enmarcar la conciencia en un contexto físico, abre nuevas vías a la construcción de un posible conciencia artificial. McFadden es autor del libro "La evolución cuántica, una nueva teoría de la vida", en el que sitúa los campos electromagnéticos conscientes en una teoría biológica más general, según la cual la vida es un fenómeno situado en la frontera del mundo cuántico y el material. Conciencia y evolución El autor explica cómo la manipulación de partículas cuánticas por moléculas vivas, particularmente al nivel de enzimas y de ADN, puede acelerar las mutaciones favorables a la adaptación biológica. Señala que los campos electromagnéticos conscientes, que implican también partículas cuánticas, particularmente en los canales iónicos de las neuronas, participa en estos procesos evolutivos. La teoría de McFadden supone una contribución más al eterno debate acerca de la naturaleza de la vida, la conciencia y el libre albedrío que, de confirmarse, cambiaría completamente la idea que tenemos actualmente del mundo y del papel de la conciencia. Ni que decir tiene que la teoría afronta serias dificultades, como explica en otro artículo de la misma revista la doctora Susan Pockett. La primera dificultad es cómo medir con exactitud las propiedades de los campos electromagnéticos conscientes y cómo generarlos artificialmente. La segunda dificultad, más técnica, es que aparentemente no existe siempre una relación constante entre los campos electromagnéticos cerebrales y las percepciones conscientes. La tercera dificultad es demostrar fehacientemente que el conocimiento tiene un efecto directo sobre el cerebro. En cualquier caso, la aportación de McFadden no ha dejado de suscitar polémica, no exenta de descalificaciones, en el ámbito científico. |
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